El gran escritor Miguel Ángel Jusayú ícono de la cultura wayuu

miguel angel jusayu

En conmemoración del día Internacional de los Pueblos Indígenas recordamos al escritor wayuu, Miguel Ángel Jusayù.   Nació en 1933 en la población de castillete-Alta Guajira, sus padres fueron Rukàira Jusayù y Alenttuà Jayaliyù.

Fue escritor y profesor en letras de la universidad del Zulia, su gran  pasión era escribir cuentos wayuu que les fueron relatados por sus ancestros, así como los vividos por él, ejemplo de eso, fue el cuento que tituló: “Ni era vaca, ni era caballo” donde relató cómo fue el primer  ruido de un camión en la Alta Guajira.

El niño Shua como le decían desde pequeño a Jusayù, supo recorrer las tierra áridas de la Alta Guajira, salía desde Wûupumûin su sitio de origen, visitando a todos sus paisanos, con ellos conversaba e iba atesorando cada palabra, leyenda e historia que los ancianos le contaba, tal vez, esas sabidurías las fue guardando en reminiscencia única que lo caracterizo como wayuu.

Como todo niño wayuu su vida giró en torno a los juegos tradicionales de su pueblo, a pastorear las ovejas llevándolas a beber agua en el jagüey, a buscar leña, también le gustaba perderse por esos lugares de la Alta Guajira como la laguna de Kosineta, muchas fueron las tardes en que decidía remojar sus pies en el agua salada de la playa de castilletes, porque para la Jusayù el mar representaba algo misterioso.

Un nuevo ciclo de vida

Al llegar 1945, Jusayù comenzó un nuevo ciclo en su vida, la sabiduría de la medicina tradicional wayuu no pudo contrarréstale una tawanaki, enfermedad que para sus padres fue una conjuntivitis, pero para el resultó una vida en un cuarto oscuro donde solo podía escuchar los vientos alisios de la Alta Guajira y sentir la noche fría que le proporciona la luna.

Entre sus conversaciones llegó a decir que la gente se burlaba de la discapacidad física que lo embargaba, y que le impedía hacer cosas propias de su edad. En muchas oportunidades, Jusayù explicó que le lastimaba no poder ver más la luz del mundo o la fisionomía de un wayuu.

Pero su discapacidad no puso fin a sus sueños y la asociación de ciegos de Caracas, le abrió sus puertas  y en ese entonces Miguel Ángel Jusayu conoció el método Braille, a partir de esa enseñanza, la máquina de escribir fue su mejor aliada y comenzó a relatar todos los cuentos wayuu.

La espiritualidad siempre con él

Como buen wayuu, creyente en su fuerza  de voluntad para vencer todas las adversidades, Jusayù llegó un sábado a Maracaibo, en ese tiempo que según él, “los alijunas decían que los wayuu solo servíamos para mendigar”, pero el niño Shuà durante su lucha, fue ayudado por las fuerzas espirituales quienes colocaron cada cosa en su lugar y permitieron que él pudiera dar lo mejor sí, tal vez, como lo dice Nemesio Montiel antropólogo de la Universidad del Zulia, “al Tawala Jusayù siempre lo acompaño en su vida un espíritu protector, un legado mágico de las generaciones de su familia materna, un Seyuu amigo quien lo guiò en todas las facetas de su existir”.

Ese tiempo de lucha, para poder entender la cultura de los alijunas, el niño Shuà se dedicó a vivir en otro mundo, fuera de la Guajira y desde un rincón del centro de Maracaibo, gritaba: “Zulia, Juegue hoy, juege la suerte le puede llegar”, con esta expresión Jusayù comenzaba el día, ofrecía escribir cartas, decía en voz alta: “escribo cartas, telegramas, encomiendas en wayuunaiki”, fueron muchos los que se le acercaron para comprender como un ciego, podía escribir cartas, nadie se imaginó que ese wayuu que siempre mantuvo su cultura en alto y lucho en medio de un mundo de adversidades se iba a convertir en el gran Escritor de los wayuu.

¡Aquí están mis relatos!

El tiempo se convirtió en la esperanza del niño Shuà aprendió el idioma castellano en la orilla del lago de Maracaibo, fue escribiendo poco a poco todos sus cuentos, sus letras, le convirtieron en un gran escritor, ya no estaba en las calles de Maracaibo ofreciendo tickets de la suerte ni cartas en wayuunaki, comenzó a plasmar en sus leas el diccionario wayuu y otras obras de su pueblo que destacaron su profesionalismo y fueron únicas en su estilo.

A pesar de ser un wayuu que solo llegó al sexto gado de educación, su conocimiento lo hizo grande como lo dijo Nemesio Montiel, “Jusayù fue un sabio que llevó muy en alto el ser wayuu. El ciego que veía todo, memorizo todo y escribió todo”.

A sus 74 años, el cultor indígena, no descansaba, desde su casa seguía tecleando sus letras, dejando más escrito a su pueblo de la Guajira, tierra a la que siempre decía “quiero volver”.

En las escuelas, Jusayù dedicaba horas para explicarles a los niños como se vive en la Guajira, sus costumbres y resaltó siempre que todo ser humano debe ser artífice de su destino. Los estudiantes de la universidad del Zulia recibían clases wayuunaiki impartidas por Jusayù su cuerpo no descansaba, él siempre exclamaba que todo lo que hacía era para resaltar honrar y defender su tierra querida la Guajira, y que eso lo hacía feliz porque “moriría triste sino dejara cosas a mi tierra” ,decía Jusayù.

Vacío en la Guajira

El 8 de junio del 2009, se convirtió en un amanecer triste, en la guajira el cielo estaba nublado, se estaba anunciada la partida de un gran hombre wayuu y se empezó a correr el rumor que había muerto Miguel Ángel Jusayù, el niño Shuà, el gran escritor wayuu. Familiares, amigos, paisanos no lo podían creer. En la Guajira, los pájaros ofrecieron un silencioso en sus cantos y en Maracaibo se sentía ya el dolor  interminable por la pérdida del honorable Jusayù

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