Dos senderos turísticos para vivir de cerca la ancestralidad wayuu

EPM trabaja para que, cuando comience el desmonte del Parque Eólico Jepirachí, en 2023, a las comunidades ancestrales que habitan ese territorio les queden capacidades instaladas que les den autonomía económica. De ese propósito hace parte un proyecto de turismo comunitario, que saldrá al mercado por primera vez en la temporada de fin de año y que busca aprovechar la riqueza cultural de los indígenas wayuu como atractivo turístico de La Guajira. Clara Teresa Isaza, profesional ambiental y social del parque eólico, cuenta que se trata de la comunidad Kasiwoluin 1, donde se viene formulando un proyecto integral de turismo junto con la organización internacional Travolution, con experiencia en turismo rural y comunitario con comunidades étnicas en países como Argentina, Chile y Colombia. Además, se trabaja directamente con la fundación wayuu Ana Wata Kai (que traduce “bienestar en el futuro”), de la comunidad de Kasiwoluin. Nancy Gutiérrez, lideresa comunitaria wayuu, dice que no se habían dado cuenta de que en su entorno podían hacer turismo: “Pensábamos que solo se podía hacer en el Cabo de la Vela porque había una playa”. Sin embargo, las dificultades les llevaron a pensar en proyectos para el futuro, de manera que las nuevas generaciones se puedan potenciar como líderes fortaleciendo sus propios usos y costumbres. Isaza explica que este proceso, financiado por EPM, pretende “rescatar los valores culturales, la medicina, los juegos, las artesanías, los tejidos, usos y costumbres como la pesca”, por lo cual el proceso inició el año pasado con un diagnóstico y reconocimiento de estas condiciones. A partir de allí se formularon los dos productos turísticos que ya están listos: dos senderos que ya cuentan con guiones, recorridos, estaciones y duración. Lo segundo que buscan es potenciar liderazgos en las 72 familias de la comunidad, sobre todo en los más jóvenes a quienes los mayores les entregaron la responsabilidad de asumir la senda de su propio progreso. Isaza dice que se busca aprovechar que los jóvenes wayuu tienen una actitud más participativa en su propio desarrollo para romper los imaginarios asistencialistas. Al frente del proyecto de turismo comunitario están 20 jóvenes. Cristina Barrera, consultora técnica de Travolution, detalla de qué se tratan los senderos. El primero es el sendero del saber (Süpuna Atújalaa), donde se conocerán los jagüeyes donde se empoza el agua, cómo se hacen las construcciones tradicionales wayú con insumos extraídos del cactus, cómo funcionan las huertas y el cementerio, al que los turistas solo puedan ingresar con el permiso de la comunidad. El recorrido de este sendero es de 3,07 kilómetros, dura una hora y 45 minutos. El segundo es el camino de los recuerdos (Süpuna Sotoo Ain), dura una hora y 20 minutos y su extensión es de 2,96 kilómetros, a lo largo de los cuales se recorre toda su ancestralidad, desde los tejidos y el significado de sus formas y sus colores, hasta la explicación del baile festivo de la yonna y de prácticas como el encierro de las mujeres al transitar hacia la madurez entre los 11 y 14 años. Además, se termina con un almuerzo con pescado atrapado por los pescadores de la misma comunidad. “No es para gente sedentaria, sino para gente que le guste la aventura, el trekking, caminar en medio del desierto, el turismo de naturaleza”, dice Clara Teresa Isaza, pues aunque los recorridos no parecen tan largos, se realizan en medio del desierto entre Puerto Bolívar y el Cabo de la Vela. Hay un tercer producto en construcción, y también estará disponible para diciembre, anuncia Barrera: vivir una ranchería wayuu. Se pasa una noche allí, se conocen algunas comidas tradicionales y prácticas ancestrales como la yonna durante la noche.   Ella explica que este proceso, que se extenderá por 18 meses, se trata de una cocreación. Además, que el enfoque de Travolution para el turismo comunitario es que este no puede convertirse en su actividad principal. Al contrario, dice, debe servir para potenciar las demás actividades económicas y riquezas naturales como productos turísticos que les permitan a los indígenas de Kasiwoluin alcanzar el “bienestar en el futuro”, que es su propósito colectivo.

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