El paludismo se instaló en la Sierra de Perijá

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Algimiro Montiel

María Guadalupe González

 

Machiques, Venezuela. Más de cinco mil infectados desde el piedemonte de la Sierra de Perijá hasta algunos poblados adyacentes a El Tukuko es la cifra que contabilizan los trabajadores del centro de salud de la localidad. El mismo dato lo sostiene el Cacique Mayor de El Tokuko, quien asegura que a diario son realizadas 150 láminas de pruebas de las cuales el 95 por ciento de los resultados arrojan Paludismo tipo Vivax.

Esta situación fue alertada hace más de un mes por un grupo de indígenas acompañados por el fray Nelson Saldoval, director del Internado Los Ángeles de El Tokuko, quienes tomaron la vía Machiques-Colon, exigiendo atención. Las entidades de salud regionales decretaron un “Cerco epidemiológico”, pero suministraron el tratamiento que requieren los enfermos solo por tres días y el tratamiento completo debe ser de siete. Por esto, la enfermedad repite hasta seis veces. Actualmente se totalizan 17 muertes y el 70 por ciento de la población infectada, esto con miras a expandirse hacia Machiques, La Villa y Maracaibo.

“A la buena de Dios”

Niños tirados en la aceras, adultos temblando de la fiebre y algunos recostados a la pared del centro de salud con sus rostros pálidos de la enfermedad es solo una parte de lo que se ve a las afueras del ambulatorio rural El Tokuko, ubicado en pleno asentamiento de la comunidad indígena yukpa.

En el único ambulatorio de la zona, acuden tres veces a la semana un aproximado de 600 personas, todas en estado grave en busca de tratamientos de los cuales actualmente se suministra Altemeter o Altesunato con componentes muy distintos, ya que para el paludismo Vivax se requiere cmedicamentos compuestos por Cloroquina y Primakina, según explican miembros del personal del centro asistencial, quienes aseguran que no hay suficiente para atenderlos a todos. Los que corren con suerte solo podrán conseguir para tres días, lo que hace que se controle la enfermedad, pero a los 21 días siguientes se activará de nuevo.

A Orlando Linares, yukpa y vecino de la zona, le dio los malestares y se instaló en el portón del ambulatorio para buscar ayuda. «Me siento bastante débil y aun no me han atendido porque todos los que estamos aquí están en las mismas o quizás peor. El personal de salud es muy poco y los medicamentos no llegan a veces. Ellos buscar rendir la atención pero aquí llega gente desde los asentamientos más lejanos».  Su rostro amarillento y sus manos temblorosas demostraban lo mal que se sentía y entre su clamor resaltó: «Somos humanos, señor gobernador, y parte del Estado venezolano. No es posible que nos dejen morir de esta manera y lo digo con propiedad porque si buscaran solucionar la emergencia se hubiese venido una comisión para atendernos hasta curarnos pero no es así, solo vinieron una vez y no volvieron más y lo peor es que ni los medicamentos envían».

Por las siete calles que conecta el pequeño poblado El Tokuko, se oyen los quejidos de los pacientes. Algunos con el malestar tan fuerte que se exponen al sol para calmar la fiebre, los pequeños lloran, tiemblan y convulsionan en los brazos de sus padres; pero el calmante de tal malestar es seguir esperando alguna cura porque es difícil trasladarse desde la Sierra hasta el hospital de Machiques. Las ambulancias están varadas y el transporte público pasa cada cuatro horas y son pocos los que pueden costear sus pasajes.

Jairo Masuve, un paciente al que le ha repetido la enfermedad por quinta vez, está desahuciado.  Prefiere esperar “de la buena de Dios”, tirado sobre una estera en la puerta de su humilde vivienda. Con el sol incandescente en la cara,  a mediodía se le acentúa la fiebre que no logra calmar con nada así como los fuertes dolores de cabeza.

Las embarazadas padecen

Por su parte, el “Fray Nelson” argumentó: «El paludismo ha llegado más allá de El Tukuk. Hay comunidades de la Alta Sierra de Perijá afectada casi en su totalidad y ningún organismo ha logrado subir para atenderlos. Acá, el ambulatorio está colapsado de pacientes todos los días, ese espacio es muy pequeño y la cantidad de tratamientos no es suficiente.  Si el Estado y los organismos de salud no controlan el Paludismo, se expandirá. Es momento de atender y no de politizar la situación».  También resaltó que las pruebas se realizan, pero los resultados tardan en llegar y cuando lo hacen ya el paciente tiene la enfermedad evolucionada y es difícil detenerla con apenas tres días de tratamiento.

Entre los casos más vulnerables se han destacado embarazadas, quienes se enferman y al dar a luz el infante muere a solo semanas de haber nacido lo que mantiene en riesgo un gran número de mujeres que se encuentran en estado y aun no han sido atendidas.

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Ayuda humanitaria

Gracias a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y Caritas de Venezuela, las comunidades indígenas de la Sierra de Perijá recibieron la primera semana de julio mil 500 tratamientos completos para combatir el paludismo o malaria que viene afectando a los indígenas desde el año pasado.

Ingrid Graterol, directora de Caritas de la Diócesis de Machiques, dijo que frente a la epidemia que existe en la Sierra de Perijá elaboraron un informe que fue enviado a la OPS sobre la grave situación que enfrentan las comunidades ante la falta de medicamentos. Unos mil quinientos tratamientos completos llegaron a la sede de Caritas para ser distribuidos en la comunidad yukpa de El Tukuko. “En seguida dieron respuesta con la entrega de medicamentos para atender a los indígenas. Recibimos el tratamiento completo para combatir el Plaxmodium Vivax que tenemos acá en la Sierra, y para ello se necesita el tratamiento de Cloroquina y Primaquina. También recibimos test de pruebas rápidas”.

En la misión de El Tukuko se entrega el tratamiento para evitar que el paciente se traslade hasta Machiques por las dificultades de transporte y la falta de efectivo. Para ello se lleva un registro con el nombre del paciente, su edad, peso y cuantas pastillas necesita. Fray Nelson Sandoval, quien acompaña a las comunidades indígenas, nos hace llegar los récipes y de esta manera entregamos los medicamentos.

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