La vida y obra de Glicerio Pana Uliana

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Por Weilder Guerra Curvelo

@yorija

 

I

El 21 de diciembre de 1899, en el antiguo puerto guajiro de Carrizal, el comerciante riohachero Ramón Pana Almazo tenía dos motivos para sentirse feliz: en las primeras horas del día había adquirido una nueva goleta que fue bautizada Enero del 93, la reluciente embarcación mejoraría en los años siguientes sus actividades comerciales con las cercanas islas de los Gigantes: Aruba y Curazao; pocas horas después Conchita Uliana, su mujer, tuvo un varón al que pusieron por nombre Glicerio Tomás. Este sería considerado uno de los hombres más destacados del clan Uliana durante el siglo XX y, junto con Antonio Joaquín López, uno de los pioneros de lo que hoy llamamos la literatura wayuu.

Como escritor, Glicerio Pana se nutrió tanto de la literatura occidental de su época como de la copiosa oralidad indígena. Algunas de sus obras permanecieron inéditas o retornaron a la tradición en formas arquetípicas del conjunto oral wayuu. Tal es el caso de su cuento El hijo de la noche aquella, jamás llevado a la imprenta, pero inesperadamente rescatado bajo la variante épica de los cantos indígenas denominados Jayeechi e impreso fonográficamente en 1992 por la gobernación de La Guajira en el disco llamado Weirain; la música y la palabra entre los wayuu.

II

Los orígenes de Glicerio Pana reflejan las circunstancias históricas distintivas del último cuarto de siglo XIX en el territorio guajiro. El historiador norteamericano René de la Pedraja señala como algunos comerciantes criollos, agobiados por los intermitentes saqueos derivados de las guerras civiles colombianas, debieron emigrar hacia el norte de la Península para proteger sus establecimientos de los abusos de los ejércitos en contienda. Esta nueva ubicación geográfica les permitió prosperar dedicándose al comercio con el Caribe bajo el amparo de la población wayuu y lejos de los controles aduaneros del gobierno central. Ramón Pana fue uno de ellos. Se estableció en un lugar situado un poco más al sur de donde se había erigido el colonial pueblo de indios de Carrizal, cercano al Cabo de la Vela y consagrado históricamente al buceo de las perlas. A este lugar le llamó Soledad de Carrizal. Mas no estuvo mucho tiempo sin compañía pues en el paraje llamado Arema, en el camino al Cabo de la Vela, conoció a Concepción (Shiita) Uliana, su mujer, una indígena rubia, nieta de un marinero europeo y oriunda de la patria wayuu de Pülashiwou en la Alta Guajira, la cual se encuentra no muy lejos de Chimare. Glicerio, quien siempre fue llamado con el termino hipocorístico “Shello”, fue el tercero de los seis hijos que nacieron de esta unión, los otros fueron: Rafaela, Alberto, Matilde, Rafael y Tránsito.

Glicerio Pana gustaba de presentarse ante los demás como persona autodidacta y, aunque de cierta forma ello tenía mucho de cierto, tanto él como su hermano Rafael Antonio, fueron estudiantes desde 1908 del Colegio de la Divina Pastora, fundado en Riohacha por los misioneros religiosos de entonces. Posteriormente, “Shello” fue inscrito, para ir más allá de sus estudios primarios, en el llamado Colegio Padilla, de carácter privado, que abrió en la misma ciudad el exiliado venezolano José de los Santos Infante. De estas dos influencias disimiles se derivarían sus concepciones religiosas y políticas. “Sólo creo en una religión: el catolicismo, y en un ideario: el liberalismo”, escribió en alguna de sus obras. Su admiración por Infante fue tal que este aparece como un personaje en su obra El Guajiro Arrepentido (1968). Uno de sus nietos dilectos llevaría este nombre.

La influencia más destacada, no obstante, provendría de su hermano Alberto Pana Uliana. Este había realizado estudios secundarios en Bogotá en las primeras décadas del siglo pasado. Allí fue compañero de aulas del escritor José Eustasio Rivera. La memoria familiar habla de cierto soneto compuesto por Rivera en su juventud a los farallones del Cabo de la Vela, inspirado en las nostálgicas descripciones de su amigo guajiro. Alberto, quien falleció en 1930, tuvo una vida corta e infortunada. Fue autor de varias obras inéditas entre ellas Anakapur y Abecedario de las necesidades guajiras. Se sabe que meses antes de su muerte trabajaba en un libro llamado Peninsulina: una especie de compendio de la mitología Wayuu no exento de alusiones a la vida política de la Colombia de entonces.

A lo largo de su vida Shello Pana fue promotor entusiasta de empresas económicas delirantes que gradualmente mermaron el patrimonio familiar. A su lado José Arcadio Buendía seria un sensato administrador de empresas. Pese a su acertada visión futurista fue un empresario desventurado. Sembró algodón en las áridas tierras de Carrizal e introdujo la explotación industrial de la sábila en gran escala con el propósito de exportarla a las Antillas. Para realizar ambas empresas reclutó a centenares de indígenas de toda la península y los empleó en el cultivo y procesamiento del aloe. Hasta el último de sus días sostuvo que el futuro de la pesca y la solución al problema nutricional en la Guajira se hallaban vinculados al aprovechamiento intensivo de bivalvos marinos como el Arca zebra.

*Este perfil continúa en nuestras próximas ediciones.

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