Cayucos improvisados mueven a los añú en Sinamaica

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Algimiro Montiel

@AlgimiroMontiel

Sinamaica, Venezuela. A los residentes de la laguna de Sinamaica no les queda de otra que mirarse desde los palafitos. El agua del río Limón divide una casa de la otra y su piso de madera no toca la superficie. Sus bases deterioradas ponen en peligro a niños, adultos y ancianos en tiempos de lluvias. No hay medio de transporte ni para llevar a los pequeños a la escuela. Las mujeres muchas veces se miran las caras desde lo lejos, mientras esperan a ver quien las lleva a un abasto a hacer las compras.

El alto costo de los repuestos y el deterioro de las unidades ha motivado a que los añú que habitan al oeste de la capital del municipio Guajira, se las ingenien para transportarse. Las pipas plásticas que eran utilizadas por los contrabandistas para almacenar combustible son ahora los cayucos que los mueven de un lugar a otro. Los abren en dos partes iguales y configuran una embarcación en la que caben dos personas.

Con hambre

Benjamín Puche tiene 85 años y se le ve el hambre en la cara, en las piernas, en los brazos, en el pecho. Vive en un palafito con techo y paredes de enea en el sector El Barro. Era pescador, pero dejó el oficio al que se dedicaba desde adolescente porque su lancha se le dañó. “Hace tres años, todavía se vivía de la pesca y teníamos unas lanchas viejas, pero aguantaban. Con este gobierno, hasta los clavos aumentaron y el pego de madera ni hablar. Ya no tengo cómo movilizarme. Ahora, tengo que esperar quien pasa por el frente y pueda darme el aventón hasta la chocita para comprar alimentos. Esto está invivible. Tememos morir de hambre, aunque tengamos unos realitos guardados para sobrevivir”, declaró, mientras configuraba su cayuco de plástico.

En medio de los mangles de la Laguna, en el barrio La Boquita, reside Brunilda Romero. Precisa que ocho niños de su étnia, la añú, murieron el año pasado por desnutrición. “El aumento de enfermedades en los niños y ancianos cada día es más incontrolable por no tener agua potable; además por la falta de atención: es difícil el acceso a los centros de salud, a pesar de que se encuentran a un distancia menor de tres kilómetros en el sector Puerto Cuervito. La falta de transporte es el principal impedimento”.

Sinamaica parece no estar en la agenda de los políticos halla elecciones o no, asegura Esmeralda Méndez, habitante del sector Las Casitas. El atractivo turístico del pueblo de agua también pareciera estar en el olvido de quienes tienen la responsabilidad de mantenerlo. “¿Qué imagen se van a llevar los turistas?: nosotros en unos pedazos de pipas que  ponemos a andar remando con unos platos plásticos. Eso es miseria, porque creo que otro nombre no puede tener. Ya aquí no hay lanchas y las poquitas que quedan cobran carísimo el pasaje”.

La educación de los niños también la afecta la ausencia de transporte en Sinamaica. Las aulas de clase cada vez están más vacías.

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Desde 40 mil bolívares (en efectivo y en billetes del nuevo cono monetario) cuesta el pasaje en las lanchas que se salen de Puerto Cuervito.

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