Sentido adiós a Germán Aguilar, el quijote de la justicia wayuú

Sólo los rayos del sol logran imponerse tanto como las palabras que pronuncia muy elocuentemente y con un español fluido.

Bajo la sombra de su sombrero, su tez morena, entre sus dedos resalta un anillo de tuma (piedra preciosa de gran valor cultural para el pueblo wayuú); con sus manos sostiene el bastón de aluminio que le ayuda a caminar, el ímpetu con que se expresa sólo lo aportan los años de entrega al servicio de la palabra, ese es, Germán Aguilar del eirűku Epieyu, el putchipüt que armoniza la justicia aplicada por el palabrero en la nación wayuú y las leyes ordinarias de la nación colombiana.

Ese 8 de febrero de 2019 alcanzamos a sentarnos, cuando Germán Aguilar empieza a hablar para definir que es un putchipüt: “es la institución que aplica las normas de nuestra sociedad, a través del diálogo logra el equilibrio y la armonía entre los eirűku (clanes). Si los putchipüt dejaran de aplicar el mecanismo del diálogo, estaríamos optando por su extinción”.

El último comentario es su mayor preocupación.

Pase a su mirada por  las hojas de la mata de almendrón del patio de Natalia Aguilar, su hermana,  en el kilómetro 34 vía Riohacha, escribe en el suelo con su bastón  y con algo de ilusión propone: “los putchipüt estamos mandados a  salvaguardar nuestro sistema normativo para las siguientes generaciones, tenemos el deber de abrir una escuela de Derecho propio para enseñar el mecanismo del diálogo a los wayuú”.

Con la autoridad de putchipüt, un  tercer semestre de estudios de abogacía y  una pasión por la lectura de las normas y sentencias, Germán Aguilar Epieyu se convierte en el Quijote de la justicia wayuú.

“Defiendo la ranchería por cárcel, porque cuando a un wayuú  lo envían a la cárcel lo están condenando a título personal y eso representa una afectación integral  que rompe nuestra   estructura social, porque   para nosotros debe ser  una condena colectiva”. En su pensamiento la coordinación de ambos sistemas normativos constituye un acto de justicia, “en la mayoría de los casos a los wayuú los  enjuician sin el debido proceso,  por eso es importante que nos movamos entre los alijunas para enseñarles a ellos que tenemos nuestra propia forma de hacer justicia”.

Desde muy joven emprendió con sus inquietudes por defender la cultura wayuú a la ciudad de Bogotá la capital de Colombia, donde se destacó como auditor de la Controlaría pública y comisionado del Ministerio del Interior. Su mayor hazaña, fue retornar desde Bogotá a su territorio para conformar la Asociación de Autoridades de Sumain Ichii, un proceso organizativo que empoderó a los wayuú en la administración de las charcas de sal y que por sus derechos colectivos se convirtieran en socios de la empresa Sama.

Aunque la realidad de la sal lo llena de tristeza, resalta dos aprendizajes de este proceso organizativo. “El acercamiento a los mayores te guía por las buenas acciones y el otro es que hay líderes por proyectos económicos y no defienden la autonomía de los wayuú”.

El sol sigue imponiéndose, es a las 12 del mediodía y en la cocina sirven una sopa. “Está buena es de un ejemplar de semoviente joven”, nos bromea Germán que pareciera inspirarse más para develar las claves con que un putchipüt logra conciliar la paz entre los wayuú.

“La paz, es el kojuta – respeto, de allí parte el putchipüt para conciliar, asimismo es importante hacer la distinción sobre la historia clanil y geográfica de los implicados”, también sugiere que en el diálogo no involucrar a la víctima o victimario si no a sus mayores. “El peso de la palabra aumenta según los años de quien la emite y de quien la escucha”, afirma mientras sigue dibujando con la punta de su bastón en la arena.

Su experiencia y trayectoria lo envisten del respeto de la sociedad wayuú y el de los tribunales, jueces y magistrados, espacios donde ha llegado para defender sus paisanos con el   fuero wayuú y exponer las asimilaciones con las leyes ordinarias. Son 20 casos de gran envergadura donde ha litigado en un juicio con el conocimiento ancestral de su mecanismo de resolución de conflicto, es un agente de paz del departamento de La Guajira y del Estado Zulia en Venezuela.

Germán dice tiene 60 años, sus familiares le bromean con que tiene 70,  y sueña con tener una JEP wayuú que atienda todos los casos de los wayuú implicados y afectados en el conflicto armado. “Nuestro sistema ahorraría tiempo y haría más efectiva la paz”, También quiere ir al Foro Permanente de las cuestiones indígenas que se realiza en Nueva York por las Naciones Unidas para exponer los argumentos del sistema normativo wayuú.

Ya es a las 3 de la tarde cuando decidimos despedirnos del Quijote de la justicia, nos dice que tienen el deber moral de dejar sembrando la palabra para las siguientes generaciones.

En el amanecer del 14 de abril del 2021, la vida del pütchipü wayuú Germán Aguilar Epieyu se apagó en la tierra, el deceso ocurrido en Barranquilla a causa de un paro cardíaco enluta a la nación de los eirukü.

Sus restos reposarán en su querida Ceura desde donde arde la fogata que ilumina su camino a Jepira dejando un arsenal de conocimientos culturales y la siembra de la palabra a favor de la justicia y la paz para que las siguientes generaciones la cosechen.

Por: Olimpia Palmar Palmar Ipuana

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