Ecuánime, analitica, pensadora y reflexiva, tal parece que hablásemos de una mujer wayuu cualquiera criada para su cultura y su compromiso con el hogar; sin embargo, cualquier otro logro está sobrevalorado, en especial si incursiona en la academia. Así se describe Rubia Cecilia Luzardo Polanco, docente e investigadora de la Universidad Católica Cecilio Acosta.
“Ser una mujer wayuu se aprende desde la infancia. Nuestras abuelas marcan el inicio de un desarrollo, no solo del punto de vista biológico sino social. Las mujeres son preparadas para la familia, para el apoyo de la pareja, de allí uno se convierte en mujer. Donde las relaciones sociales y familiares marcan lo que es la forma de relacionarse con el otro; el respeto y el derecho constitucional”.
El designio de luchadora, más nunca catedrática, forjó una nueva visión sus raíces culturales y su compromiso con el hogar sin caer en lo predestinado. Reconoce su papel como madre y esposa al mostrar su pasión por la cosmovisión de su cultura: “Tenemos una formación integral para ese desenvolvimiento de la mujer wayuu a nivel familiar, a nivel étnico no es una mujer solamente desde el punto de vista individual sino social. Desde niña nos enseñan a cumplir metas y eso fue lo que hice”.
Antes bien, asegura que el rol de la mujer en la sociedad se ha transformado, por ello su pasión por la ciencia no se pelea con su formación “para mantener las relaciones en el tiempo y el espacio en sus grupos claniles”.
“La mujer wayuu se marca desde su formación, una preparación para la vida, para mantener las relaciones en el tiempo y el espacio en sus grupos claniles, lo que es la etnia y lo que es el orgullo étnico”.
El rol que la mujer ha desempeñado en la sociedad se ha transformado con el pasar del tiempo, pasando de ama de casa a profesional, siempre caracterizándose por ser luchadora, perseverante y consistente.
JV
