La indolencia por el cuero de la Guajira

 

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En medio de la nada yace el abandono y la desesperanza; entre cujíes secos y cardones se esconde la Cooperativa de Curtiembre y Tenería “Aleewa”; su finalidad, recibir en promedio 2 mil piezas de cuero crudo a la semana para ser tratado con el proceso artesanal de curación que le diese valor agregado al material y pudiese ofertarlo en un mercado potencial.

Más de 20 obreros erigieron en 2008 la fábrica ubicada en el sector Miralejo 21, de Paraguaipoa, cuyo comodato se encuentra en posesión de la Alcaldía de la Guajira. En febrero de 2015, Hebért Chacón, mandatario local, anunció avances en la instalación eléctrica, la construcción de una carretera y la conexión con el acueducto, todo con el firme propósito de activar la planta procesadora; nada de eso ocurrió.

Enrique Paz, creador del proyecto, aseveró que la iniciativa surgió en el mercado Los Filúos, el comercio del cuero de ovejo y chivo demanda, aún a la fecha, una iniciativa que evite la perdida de hasta 600 piezas diarias que se obtiene de la matanza de crías para la habitual alimentación de los wayuu, “nosotros nos encargamos de armar el proyecto, buscamos el apoyo de la alcaldía y se hizo cargo, se construyó la planta y hasta ahí llego. Cuatro fases iban a poner en funcionamiento una empresa que generaría más de 200 empleos”.

La mala suerte

Al menos, 10 millones de bolívares fueron aprobados por el Consejo Legislativo del Estado Zulia (CLEZ)  en 2014 para la culminación de la obra, “nadie vio un centavo de eso” manifestó Paz. Los señalamientos acusan al cabildo local de la desviación de los fondos asignados por el Ministerio de Vivienda y Hábitat y la Gran Misión “Barrio Nuevo Barrio Tricolor” que ayudaría en el acondicionamiento del lugar para  instalar la maquinaria de curtiembre que sería donada por un empresario de Barquisimeto.

La fábrica fue despojada de sus puertas, ventanas, sanitarios, lámparas, entre otras cosas. Los amigos de lo ajeno aprovecharon el abandono de la industria, que hasta el año pasado era custodiada por Antonio Atencio, quién aseguró que el contrato con la Alcaldía no garantizaba sus condiciones laborales y por ello renunció, “desde que construyeron la planta fui contratado para cuidar el lugar. Nunca cobre sueldo, la alcaldía no me pago los siete años que le trabaje. La situación económica no está para trabajar sin cobrar nada”.

El reto

Sin embargo, más allá de la inversión en la construcción y adecuación de “Aleewa”, la ruptura del paradigma cultural es el mayor desafío.  La Guajira es altamente consumidora de ganado caprino, luego de matar al animal el cuero es tirado a la basura o a los carroñeros en ocasiones, son pocos los que curan la piel con sal para venderla en Los Filuos, su precio no asciende a más de 3 mil bolívares.

La recolección de pieles es el principal desafío, al menos en un velorio se obtienen 30 piezas crudas. La cría de ganado es otro factor de riesgo, 12 millones de bolívares se destinaron para la compra de rebaños  y la construcción de pozos y jagueyes para los animales.  Todo ello queda corto, según el líder cooperativista, “es necesario la capacitación, el proceso de formación que permita que el wayuu sepa como tratar el cuero de calidad. El mismo hombre de Barquisimeto nos ofreció impartir los talleres pero no tenemos planta ni las ganas de aprender”.

La frontera

Colombia también sería un emisor de pieles hacía la fábrica, experiencias impulsadas por la Universidad de La Guajira, demuestran que un grupo de 26 familias se ha dedicado al curtimiento del cuero con procesos químicos, dejando a un lado el uso del dividivi. Carlos Doria, director de la investigación, relató que «se ha adquirido la apropiación de la tecnología del tratamiento de la piel por parte de los indígenas. Ellos han mirado que la piel es un subproducto. El fin es lograr que estos grupos capacitados puedan montar sus microempresas».

Andrés Boscán

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