Mantas, tapices, chinchorros, collares, cintillos, mochilas y sombreros son algunas de las artesanías exhibidas en las vitrinas de la tienda “Artesanos Yosu”, ubicada en Paraguaipoa. Ana González, una mujer de 57 años de edad, tiene el don de crear artesanías autóctonas que reflejan la historia de la mujer wayuu.
Ana en compañía de su esposo Manuel Segundo Palmar de 69 años de edad, se han dedicado por décadas al arte wayuu, ella se encarga de hacer los cintillos, mochilas, chinchorros entre otros y él trabaja en los dibujos para luego crear los tapices. Juntos decidieron alquilar un local; en sus inicios las ventas eran buenas, cuenta Ana con nostalgia, “las ventas han bajado drásticamente”.
“Estoy pensando en dejar mi negocio, porque no tengo ventas para seguir manteniéndome en este lugar, mensualmente tengo que pagar 7 mil bolívares, sin embargo, la dueña del local es muy generosa con nosotros los artesanos. Desde que estamos aquí nos han ayudado muchísimo, como si fuera de nuestra familia” aseguró la artesana.
Es una mujer que no sólo se dedica a crear y vender. En Malimai sector donde habita, imparte cursos de artesanía para hombres y mujeres una vez a la semana: “durante mis clases, enseño a hacer trenzas, tejidos, como dibujar las mantas, hacer las mochilas, a combinar los colores y a trabajar el tapiz. Son pocos los jóvenes que se esmeran en aprender este arte, ya que la mayoría que habitan en la zona, se dedican es a transportar mercancías hasta Colombia”.
Venezuela y Colombia han sido participes de los reconocimientos que les han brindado a estos artesanos por su arduo trabajo en la cultura wayuu, ya buscan reflejar mediante el arte la usanza de una región; los pocos recursos no limitan su trabajo, sin embargo reflexionan sobre la importancia de la tradición y el legado, imposible de mantener sin apoyo financiero.