Instrumentos indígenas suenan en la inmensidad

Fotografía: Washe_vzla

El trinar de un pájaro, de la voz humana o de cualquier otro elemento que forme parte del indígena es suficiente para la creación de un instrumento musical que imite lo escuchado y agregue un toque familiar a las manifestaciones culturales de los pueblos indígenas.

Mauro Carrero, antropólogo y profesor de la universidad Cecilio acosta, expresa que un instrumento musical es una extensión del cuerpo humano para la producción de una variedad de sonidos.

En las diferentes culturas  los instrumentos musicales siempre han estado presentes para entretener o comunicar algún mensaje a los pobladores de las comunidades refirió.

En la población wayuu

“En la población wayuu existen el maasi, el wa´ awaai, el sawawa, el taliraai, el wotorroyoi, el turompa y el kaasha” enumero.

El sawawa, el maasi y el wotorroyooi son instrumentos pastoriles usados por el campesino para arrear el ganado y distraerse en su trabajo, por tanto el wayuu no tiene la costumbre de bailar con las tonadas de estos artefactos.

La troumpa es un artefacto traído por los extranjeros en su expedición al territorio que ocupaba el asentamiento A este instrumento se le han hecho algunas modificaciones que lo hacen ser una variación del original” la única melodía que se danza, en las costumbres wayuu es la del kasha que es una especie de tambor creado para tal fin.

A excepción de wa´ awaai y del kaasha, todos son instrumentos de aire pertenecientes a la familia del avoe por contar la lengüeta o de la flauta. La mayoría de los las piezas pertenecientes a las demás culturas indígenas también pertenecen a esta clasificación.

Carrero expresó que esta coincidencia entre las costumbres musicales de los pueblos son debida principalmente a la comercialización e intercambio de objetos entre los indígenas y a que el elemento con el que cuentan para la producción del sonido es su propio aliento, y basado en esto fabrican sus propias herramientas.

Otras culturas

En el caso de otras culturas los instrumentos de viento son una constante. Un ejemplo de esto se puede ver en los principales elementos de la cultura yukpa: juka, atunja, ayabu, el shuapera y el yoki, donde todos pertenecen a la familia de viento y a la misma familia de los instrumentos wayuu.

La diferencia que se puede conseguir entre las culturas en sus enseres y utensilios esta determinada por las oportunidades que le pueda ofrecer el entorno en cuanto a la material prima.

En el caso de la cultura yukpa hay que resaltar que el ayibu es usado para fines mortuorios y su elaboración es realizada con el hueso de un fémur humano de alguna de las personas parecidas, a punto carrero.

En el pueblo añu igualmente existen instrumentos de vientos como la aurura y otros pertenecientes a la clasificación de autofonos, algunos más largos que otros para poder variar la intensidad del sonido. Algunos también tienen cajas de resonancias para brindar cierta profundidad del audio.

Especificidades

Carrero expresa que durante el estudio realizado a los diferentes sonidos de las etnias del zulia se determinó que en algunas tonadas una nota musical se fragmentaba en 32 microtonos diferentes entre las notas próximas. Asimismo resaltó que la mayoría de las tonadas están compuestas por solo cuatro notas musicales, pues omiten el La y el SI

La insipiencia de los tonos usados, hace prácticamente imposible el uso de octavas diferentes en el arreglo de las melodías.

Tendencias actuales

Javier Jerez, músico indígena ecuatoriano, informó que la mayoría de los instrumentos, de la cultura kichwa, fueron fabricados con una caña que se da en la amazonia o con huesos de fémures de animales.

Añadió que en el caso de las tamboras, los materiales utilizados provenían del entorno donde se asentaban los pobladores indígenas, pero que usualmente se utilizaba cueros de oveja, chivos o vacas.

“Al igual que en las etnias venezolanas, los instrumentos fabricados por otros poblados son de viento o percusión. Rara vez se consiguen alguno de cuerda”, acotó el músico.

Al respecto Enrique Rivero, músico e investigador. Comenta que la idea de piano, contrabajo y otros tantos tradicionales nació hace unos diez años con el músico wayuu Juan de Dios Martínez que lo enseñó a tocar la sawawa.

“La sawawa es el que más utilizo al momento de fusionarlos con otros ya que es el que brinda mayor cantidad de tonos y es el más armonioso”, explico.

Destacó que no pensaba en comercializar el producto, pues no ha tenido el apoyo esperado por parte de los entes estatales ni por las disqueras. El público no está preparado para estos tipos de sonidos. Además “en el mercado hay algunos grupos que combinan la música electrónica con elementos indígenas, pero no hay estudios de base para esas mezclas. Solo son sonidos sobre el fondo de todas las canciones eléctricas”

Las presentaciones que realiza constan de dos partes. La primera que es un solo del instrumento y la segunda donde lo mezcla con otros occidentales o la orquesta. Es algo bastante fuera de lo usual y a muchos no les gusta el resultado

Fuera del país

Según experiencias vividas por Jerez durante su vida profesional acotó que la fusión instrumentos y ritmos contemporáneos a la música indígena es necesaria para poder influencia a la juventud y lograr un posicionamiento en el ámbito nacional.

Entre los principales sones acoplados a la música tradicional de los pueblos indígenas se encuentra el new age y el reggae. Explicó que un baile tradicional de ecuador como lo es el san juanito, los grupos actuales lo han modificado hasta convertirlo en una pieza que se escucha junto con la música del momento.

Más allá de los tonos o de la composición de la pieza musical, tanto en la cultura occidental como en la indígena, la muscia es el lenguaje del alma ofrece una via de expresión oral o armónica.

En los diferentes pueblos indígenas del zulia la necesidad de expresión fue tan imperiosa que con lo que les ofrecía el entorno, construyeron instrumentos musicales artesanales que permitieron la composición de piezas musicales para el entrenamiento y distracción de los interpretantes y oyentes.

Escrito por: Marcel Curiel Ruiz

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