25% de la población actual de la Alta Guajira colombiana es de wayuu retornados desde Venezuela

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Mermis Daniel Fernández Montiel

 

Uribia, Colombia. La población wayuu es una de las etnias más numerosas en América latina que comparte su territorio entre dos naciones, Venezuela y Colombia.  Durante más de dos siglos  los wayuu han transitado libremente entre las dos naciones. Muchos establecieron su hogar en Maracaibo sin dejar su territorio ancestral, la Alta guajira colombiana.

Referencias documentales señalan que los primeros wayuu que se establecieron en Maracaibo fundaron el populoso barrio Ziruma en 1940, que por muchos años fue el receptor de las personas que llegaban a Maracaibo en busca de mejores condiciones de vida.

Según el último censo indígena (2011) en Venezuela existe una población wayuu de 413 mil 437  personas de los que el 10.6 por ciento vive en la parroquia Ildefonso Vázquez, Maracaibo. “En la Alta guajira hubo una época de sequía inmensa donde había poca lluvia, y muchas enfermedades. Fueron desapareciendo los grandes rebaños de animales que tenían los wayuu y se vieron en la necesidad de migrar a Maracaibo, Perijá y ciudades como Riohacha y Maicao de la Guajira Colombiana”, puntualiza el antropólogo wayuu, Nemesio Montiel.

Crisis

La población indígena es quizás la más afectada por la fuerte crisis económica que atraviesa Venezuela. La disminución de la calidad de vida, el encarecimiento de los productos de consumo y los estrictos controles para la dinámica comercial entre Maicao y Maracaibo obligaron  a los wayuu “maracuchos” a buscar oportunidades en el territorio de sus abuelos o su territorio ancestral: territorio que, a pesar de ser netamente  indígena wayuu, se rige bajo la normativa de otro estado diferente al venezolano.

Elímenes Zambrano, representante legal de la Zona Norte Extrema de la Alta Guajira, indica que  hasta los momentos no se hecho un censo oficial, pero en este año  se elaboró un trabajo comunitario, dando como resultados algunos indicadores que arrojaron  que de cada 100 personas que hay en las comunidades, 25 son retornados a su territorio. De esos 25, la mitad no posee ningún tipo de documentación colombiana, sino venezolana. Esto quiere decir que esa mitad de la población no goza de los programas de asistencia del Estado colombiano, no están inscritos en sistema.

“En febrero de 2017 recibimos la visita de   la corte constitucional de Colombia, aquí en la Zona Norte, en los corregimientos de Puerto Estrella, Nazaret y  Tawaira. Ahí planteamos la normatividad legal en cuanto a este tema, porque el Estado colombiano tiene una deuda histórica con el pueblo wayuu de la Zona Norte, pues nunca hubo inversión desde los años de 1950, cuando gobernaba el general Rojas Pinilla. Desde esa época, muchos wayuu se fueron a Venezuela en busca de mejores condiciones de vida, ellos  y sus descendencias son los mismos que están retornado y que tienen sus sitios ancestrales como territorio y  cementerio. No hay ningún wayuu que ande deambulando, todos tienen claro su contexto histórico y cultural como originarios de este territorio”, explica Zambrano.

Para los wayuu retronados hay una doble condición, aparte de que son personas que la mayoría nacieron,  crecieron y vivieron en  Venezuela, también son indígenas originarios del territorio, entonces al ser indígenas entran en un estado de vulnerabilidad mucho peor. Al negarles el servicio de salud podría afectar gravemente a la población infantil y la población de adultos mayores que no gozan de ninguna garantía ante una emergencia.

“Se hizo un trabajo con Acnur para dirimir unos términos legales que favoreciera a los wayuu retornados, que no fuera en perjuicio de ellos, porque antes se le daba el tratamiento a todos como venezolanos y automáticamente eran extranjeros en su propio territorio y no podían ser beneficiados de los programas sociales del gobierno colombiano.  Actualmente  llegan, hijos, sobrinos, nietos, de wayuu que viven aquí y que ancestralmente sus territorios son de aquí”, resaltó el representante legal de la Zona Norte Extrema de la Alta Guajira.

Enfoque diferencial

Uno de los departamentos caribeños más afectados por la masiva migración venezolana es La Guajira. Por Paraguachón, donde existe un puesto migratorio, ingresan a diario unos mil 500 venezolanos cuyo destino son los municipios de Maicao, Uribía, Manaure y Riohacha. Pero los que cruzan la frontera por Castilletes, no entran en esta estadística. “El impacto es muy grande porque la mayoría no puede acceder a los servicios que presta el Estado colombiano. Se les solicita que tengan una IPS o un carné de salud, al no tener documentos de identidad colombiana esos derechos están muy limitados, porque solo pueden acceder a consultas y servicios de emergencia”, detalla Alfredo Palmar, promotor de salud.

En este sentido, la organización wayuu Araurayuu impulsa las conversaciones con los directores de centros de salud y el hospital de Nazaret.  “Pero no se han dado soluciones, es cuando nosotros solicitamos reunión con  Acnur y con la Onic aquí en Nazaret, en Siapana y Puerto López, para buscar un mecanismo para que los wayuu retornados puedan recibir sus documentos que sea diferente al Permiso Especial de Permanencia (P.E.P) en territorio colombiano, debe ser diferente”, explica Zambrano.

Por su parte, el ministerio de Educación impartió una orden de recibir a los niños y adolescentes venezolanos mediante el código provisional, para que no pierdan el año escolar, también se han llevado reuniones con el instituto de Bienestar Familiar para que los niños sean incorporados a los diferentes programas sociales.

Carlina Sapuana, docente de la sede principal de Nuestra Señora de Fátima de Nazaret, cuenta: “Tenemos una cobertura de casi 600 estudiantes de los cuales  154 ingresaron con documentos venezolanos. Por esto, desde la institución se ha hecho las gestiones pertinentes para que sean incorporados en la Registraduría. Están inscritos en diferentes cursos, desde preescolar hasta 7mo. de bachillerato. La mayoría es hablante del wayuunaiki. Tienen una gran fortaleza que es su pasión por aprender. Se adaptaron muy rápido, porque son niños que vienen y están con sus familias, les cambia el contexto pero que la crisis venezolana le ha permitido fortalecer sus vínculos familiares”.

En algunas comunidades de la Zona Norte Extrema de la Alta Guajira, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas está entregando kits de alimentos para los retornados. “El PMA ha implementado una asistencia alimentaria en algunas comunidades de la Zona Norte Extrema, pero no ha sido muy efectivo, porque no cubre la mayoría de la población. Ha sido como un paliativo momentáneo, el impacto no ha sido mucho”, asegura Domitila García, autoridad tradicional de Siapana.

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