Los olvidados de Machu Picchu

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Los olvidados de Machu Picchu

A menos de una hora en tren y alejado de las comodidades que encuentran los turistas en los lujosos alojamientos cercanos a la ciudadela de Machu Picchu, el agricultor Francisco Silva Uscamayta (62) detalla su rutina en las tierras de Mesada, uno de los diez centros poblados ubicados en los alrededores del distrito turístico más visitado y conocido del Perú.

En la zona rural del distrito de Machu Picchu conviven más de 800 personas. El 88% de ellas no cuenta con alumbrado eléctrico en sus viviendas y solo el 17,5% dispone de agua potable durante toda la semana, según las cifras del último censo del Instituto de Estadística e Informática (INEI). Mientras que en el sector urbano, los servicios turísticos son la actividad económica más importante, en comunidades como las de Francisco Silva Uscamayta la agricultura es la principal fuente de subsistencia.

La precariedad de accesos a los servicios básicos en estos sectores se contradice con los millonarios ingresos que percibe el distrito por turismo: solo en el 2018, los recaudos por boletos de ingreso a la ciudadela Inca superaron los 189 millones de soles (57 millones de dólares). De este total, el 10% va a las arcas de la municipalidad distrital con el fin de que se destinen a obras públicas, de acuerdo a un decreto legislativo vigente desde el 2010, pero un recorrido realizado por Ojo-Publico.com por los centros poblados ubicados alrededor del centro arqueológico revela el abandono del Estado hacia estos sectores rurales.

Para llegar a Mesada, la tierra de Francisco Silva, se parte de la ciudad del Cusco en tren y se desciende en la estación llamada Hidroeléctrica, el penúltimo paradero antes de llegar a Machu Picchu. La angosta ruta en la que apenas caben un par de autos es rocosa y el período de lluvia de inicios de año es intenso, pasadas las cinco de la tarde.

El primer centro poblado que se atraviesa camino a Mesada es Ccollpani, ubicado a las orillas del río Urubamba y donde viven alrededor de treinta familias. En esta zona, los lugareños cuentan con una capilla, los restos de un cementerio destruido hace casi una década por el desborde del río, un pequeño salón comunal y una losa deportiva donde detrás de sus arcos los pobladores han ubicado maderas usadas para prender sus cocinas caseras.

Desde este punto se caminan unos minutos más, a través de una trocha improvisada y sin electricidad, salpicada de pequeñas casas de piedra. Francisco, con machete en mano y sombrero para cubrirse de la lluvia, da la bienvenida a menos de diez metros de distancia.

Ojo-Publico.com, en el marco de una alianza con la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas – CONNECTAS, llegó a la zona para conocer la situación de los centros poblados vecinos al destino turístico que más ingresos económicos genera en el país.

Un lugar para los mangos

Mesada pertenece al distrito de Machu Picchu, que se encuentra en la provincia cusqueña de Urubamba a poco más de 2400 metros sobre el nivel del mar. Sus habitantes aprovechan los alrededores de sus viviendas para dedicarse a la agricultura. Allí cultivan mangos, plátanos y yucas.

Pero la bucólica atmósfera contrasta con el olor a podrido que proviene del suelo. Francisco Silva nos lleva a su campo de cultivo. La mitad de los frutos de los árboles está malogrado y ha caído al piso convertido estos días por la lluvia en una alfombra de barro.

El desconocimiento de los lugareños en técnicas de fumigación para enfrentar a los insectos ha dado paso a que estos infecten las pocas cosechas, usadas en su mayoría para el consumo propio. En la región, según datos del Censo Nacional Agropecuario, personas como Francisco —entre los 45 y 64 años y con secundaria completa— representan al 31,4% de los agricultores. Quienes no culminaron la secundaria corresponden al 36,5%.

Francisco Silva también comparte sus preocupaciones diarias.“Lo que me falta es un ingeniero agrónomo que me oriente con qué abonar. Por ejemplo, para mi esto es mala rama”, señala. Al mismo tiempo, muestra algunos de sus frutos malogrados y cuestiona la poca colaboración de sus vecinos en enfrentar el problema de los insectos: “Todos debemos unirnos y poner las trampas. Así podemos prevenir, pero nadie toma empeño“, agrega.

En la última década, frente a las dificultades, las autoridades de Machu Picchu no han podido sostener algún proyecto para el desarrollo económico de la población de Mesada.

Obras y promesas pendientes

“Cuando estoy enfermo no viene la ambulancia. No sabemos qué nos puede pasar en cualquier rato. Hasta en la chacra me puede dar cualquier enfermedad. Yo tengo esa emergencia”, relata con preocupación Francisco Silva Uscamayta, quien nació en Mesada en julio de 1957 y hoy se le complica la asistencia médica por la falta del puente que antes conectaba su localidad con el distrito de Santa Teresa.

En Ccollpani, centro poblado vecino de Mesada y donde viven cerca de 50 familias, llama la atención un monumento ubicado en la entrada del lugar. Una base de piedra decorada por dos animales, conserva la placa del entonces alcalde David Gayoso García —cuyo mandato culminó el 31 de diciembre de 2018— y recuerda que entre sus obras solo destacaron instalaciones como la estatua del ingreso. Sin embargo, no se conocen proyectos para reconstruir el puente, que impide a la población de Ccollpani y Mesada trasladarse con facilidad y la obliga a invertir dos horas adicionales en sus actividades diarias -como llevar a sus hijos al colegio- por la falta de esta construcción.

Desde el 2010, cuando el desborde del río Urubamba hizo colapsar al puente , ninguna de las gestiones municipales ha priorizado la construcción de esta infraestructura que era usada a diario por los habitantes de Ccollpani y de Mesada.

La ausencia del puente afecta a cerca de un centenar de familias que deben desplazarse de manera directa hacia Santa Teresa, distrito vecino de Machu Picchu y donde se ubican las escuelas a las que asisten los adolescentes de los centros poblados nombrados. La educación ofrecida en Ccollpani y Mesada solo llega al nivel primario.

A la falta de un puente, se suma una carretera inconclusa que estaba destinada a crear una ruta alterna hacia Santa Teresa. Como evidencian las fotografías capturadas por Ojo-Publico.com a inicios de enero, los avances se encontraban tan estancados como las inmensas piedras regadas en el camino.

“Nosotros no queremos que nos den casas. Ellos (las autoridades) deberían preocuparse por las vías, por la comunicación, por los puentes. La municipalidad nunca se preocupa por esas cosas”, señala Lucio Ramírez Román, vecino del centro poblado de Ccollpani.

Uno de los pocos acercamientos que ha tenido la municipalidad con los centros poblados de Ccollpani y Mesada se dio en el 2016 cuando, como parte de un proyecto para mejorar los ingresos económicos de los agricultores con actividades productivas, otorgó equipos para procesar granos de café. Pero no hubo asistencia técnica, y a la fecha los equipos no han podido ser utilizados.

Estas máquinas tampoco contaban con un sistema adecuado de electricidad para ponerlas en funcionamiento. Han pasado más de tres años y hoy siguen inoperativas pese a la inversión inicial de 63 mil soles 900 soles (unos 18 mil dólares) que destinó el municipio. Los agricultores continúan con un trabajo artesanal y su producción no les genera las ganancias que desearían para incrementar sus ingresos económicos.

Gestión renovada

La nueva administración municipal del distrito de Machu Picchu, cuyo alcalde es Darwin Baca León (35) del Frente Amplio, consideró en su plan de gobierno varios puntos que incluyen los centros poblados. Entre ellos, la promoción y creación de hospedajes comunitarios y el turismo vivencial, el mejoramiento en el suministro del agua para el consumo humano y la mejora en los accesos peatonales hacia la estación de tren llamada Hidroeléctrica con el fin de generar mayor cantidad de visitas en la ruta hacia Machu Picchu. Sin embargo, a cinco meses de iniciado el cargo, aún los proyectos no se han concretado.

Las cifras generales revisadas para el presente reportaje indican que los proyectos de los alcaldes de turno —algunos cuestionados por manejos irregulares durante su gestión— se han centrado en el sector de Aguas Calientes (Machu Picchu Pueblo), una zona de paso obligatorio para los más de tres mil turistas que se dirigen a la ciudadela inca cada día. El comercio abunda en esta zona del distrito de Machu Picchu, así como las obras construidas en los alrededores de la plaza de armas.

Un recorrido por el centro del distrito muestra no solo un imponente edificio municipal —con una construcción que demandó más de cuatro millones de soles (poco más de un millón trescientos mil dólares)—, sino también modernas esculturas inauguradas a fines del año pasado. El paisaje es completado por un pequeño e inoperativo centro médico ubicado al lado de la estación del tren.

Ojo-Publico.com también accedió a una publicación institucional en la que se evidencian los principales proyectos ejecutados por el municipio en el período 2013-2018 y encontró que en ninguna de las más de cincuenta páginas se menciona a alguno de los centros poblados como parte de alguna de las obras destacadas por el exalcalde David Gayoso García de Alianza para el Progreso. En la lista, sin embargo, se menciona un edificio que llama la atención sobre todo por el lugar donde está ubicado y por su uso.

Se trata de la denominada Casa del Pueblo de Machu Picchu, una obra levantada en el distrito cusqueño de Wanchaq, destinada a actividades culturales y deportivas. Para construirla se ejecutaron más de cuatro millones de soles (poco más de 1’300.000 dólares), parte de los cuales fue aportado por Consettur, consorcio integrado por la empresa municipal Tramusa S. A. y encargado del transporte de turistas desde Aguas Calientes a la entrada de la ciudadela de Machu Picchu.

Al ser consultado sobre la construcción, el exalcalde Gayoso indicó que era uno de los compromisos de campaña a favor de las personas oriundas de Machu Picchu que vivían en la capital de Cusco.

Respecto a la falta de reconstrucción del puente de Ccollpani, el exburgomaestre dijo a Ojo-Publico.com que no iniciaron la obra porque la empresa eléctrica que iba a ejecutar el proyecto, bajo la modalidad de obras por impuestos, desistió de hacer la inversión de S/ 15 millones, monto que la municipalidad tampoco pudo asumir de acuerdo a la versión de Gayoso.

Al mismo tiempo, Ojo-Publico.com consultó sobre la gestión edil a representantes de la región Cusco de la Contraloría General de la República —institución que investiga presuntas irregularidades en el desempeño de funcionarios públicos del país—. Sin embargo, evitaron declarar sobre si habían iniciado en los últimos meses investigaciones contra funcionarios de la Municipalidad de Machu Picchu.

En una búsqueda en la plataforma que contiene el registro de control de esta entidad fiscalizadora aparecieron dos informes administrativos realizados al municipio. Uno, emitido en el 2003, contenía recomendaciones para un manejo adecuado de la gestión ambiental del distrito. Mientras que el otro, generado en el 2011, incluía observaciones sobre la prevención de desastres y el tratamiento del agua.

Como se evidencia, ninguno ha estado enfocado en el manejo presupuestal del distrito y la falta de inversiones a favor de los centros poblados.

Progreso trunco

A menos de una hora de Ccollpani y Mesada se encuentra otro grupo de centros poblados que también cuestionan la falta de obras y proyectos de la municipalidad. El recorrido en esta zona empezó en Qorihuayrachina, donde no viven más de 40 familias y cuya principal demanda es que el municipio realice las gestiones necesarias para promover el turismo en su zona. Apenas dos pequeñas tiendas de abarrotes son todo lo que ofrece a los turistas que llegan como parte de la ruta hacia el camino inca.

“Nadie tiene un trabajo permanente, ni seguro. No hay eso. Puede ser con la municipalidad o el Ministerio de Cultura, pero son temporales, por proyectos de cuatro o cinco meses. Y si no hay, te quedas sin trabajo”, señala Dionicia Rigra, exsecretaria del centro poblado de Qorihuayrachina.

La red de alcantarillado y el sistema de agua recién se terminaron de instalar en diciembre del año pasado. La conexión telefónica solo permite el acceso a una de las cuatro compañías que brinda este servicio en la región. El resto se encuentra incomunicado.

La mayoría de familias del lugar se dedican a la agricultura para consumo propio. Otras deben trasladarse a diario en tren hacia la zona de Aguas Calientes para trabajar en el sector construcción. En Machu Picchu pueblo -como también se le conoce a Aguas Calientes- se concentra la oferta hotelera, la presencia de la actividad comercial del distrito y la Municipalidad tiene su sede. En la zona, a menos de diez minutos por un camino empinado, también se ubican unos baños termales para los turistas que deciden descansar antes de dirigirse a la ciudadela inca.

En los últimos cinco años la población de Huayllabamba, centro poblado donde viven cerca de 200 familias, ha notado bajas en las ventas de sus productos para los turistas que recorren el camino inca. El motivo: las agencias de turismo ya proveen, como parte de sus paquetes, los alimentos y bebidas que los acompañarán en la ruta y no hay necesidad de que compren sus provisiones a la población de Huayllabamba.

“Nosotros debemos arrendarles nuestros terrenos para el campamento, pero las agencias dicen que están pagando al Ministerio de Cultura y a nosotros no nos dan nada”, señala Juan de Dios Surco del centro poblado de Huayllabamba.

La visita de las autoridades municipales también ha estado ausente y por ahora los pobladores locales no tienen forma de enfrentar a las agencias que incluso usan algunas zonas de Huayllabamba para que turistas, extranjeros en la mayor parte, acampen y en otras oportunidades pernocten. Por su parte, los pobladores no reciben algún beneficio económico por el uso de las áreas de su comunidad como hoteles de paso.

Al cierre de este reportaje, a pesar de los reiterados pedidos y comunicaciones con la municipalidad, ninguna de las solicitudes de información sobre la ejecución detallada del presupuesto, ingresadas por Ojo-Publico.com a finales del 2018, fueron atendidas. Tampoco respondieron ante el pedido de entrevistas personales o por vía telefónica. Los datos en el portal de transparencia del municipio también están desactualizados.

Cuestionadas gestiones

En el 2015, el entonces alcalde de Machu Picchu (2014- 2018), David Gayoso García, fue investigado como cómplice por el presunto delito de peculado doloso en agravio del Estado. Las indagaciones fiscales, recogidas por la prensa local, detectaron al menos dos millones de soles destinados de manera sospechosa para celebraciones y aniversarios.

Otro de los procesos contra el exburgomaestre estuvo enfocado a altos pagos por asesorías municipales, así como la probable existencia de trabajadores que recibieron honorarios sin, aparentemente, haber realizado trabajo alguno. Gayoso García indicó a Ojo-Publico.com que culminó su gestión con las investigaciones archivadas.

En tanto, en septiembre del 2012, Óscar Valencia Aucca fue destituido del cargo máximo en Machu Picchu luego de un estrecho margen en las votaciones que decidieron su vacancia. El exalcalde, que ingresó al municipio en enero del 2011, fue acusado de haber incurrido en nepotismo al presuntamente haber dado trabajo a sus familiares en el consorcio de transporte donde la municipalidad era accionista.

Años más tarde, en octubre del 2014, la fiscalía de Machu Picchu inició indagaciones contra Valencia Aucca, aunque a la fecha no se ha formalizado investigación alguna en su contra. Incluso el exburgomaestre tentó nuevamente la alcaldía en las elecciones 2018, y ocupó el segundo lugar en los comicios distritales.

Las investigaciones por corrupción no han frenado el auge del turismo, sin embargo la riqueza de Aguas Calientes no alcanza a los agricultores que habitan en las comunidades ubicadas alrededor de la zona arqueológica más visitada del país.
Fuente: https://ojo-publico.com/especiales/los-olvidados-de-machu-picchu/.

Créditos:

Investigación y redacción: Aramis Castro.  Fotos: Marco Garro.

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