Los indígenas, los sindicalistas y el Gobierno: quién es quién en la crisis de Ecuador

La crisis desencadenada en Ecuador hace una semana tiene unos actores en el escenario y otros entre bambalinas. La mayoría trabaja en la primera línea de la política nacional o representa a un sector importante de la población, pero también hay factores que operan desde el extranjero. La mecha que incendió el país fue el anuncio de un paquete de ajustes económicos. Seis medidas que van desde la reducción de aranceles a la importación de productos informáticos a una disminución de los salarios de los contratos temporales en el sector público. Pero la más impopular fue la liberalización del precio de gasolina y la eliminación de los subsidios al combustible. Un galón (unos 3,8 litros) de gasolina ha pasado de costar 1,68 euros a 2,09.

Lenín Moreno:

El mandatario ganó las elecciones presidenciales de 2017 y tomó posesión en mayo de ese año como sucesor de Rafael Correa, de quien fue vicepresidente. Iba a ser el guardián de las esencias del llamado «socialismo del siglo XXI». Sin embargo, se distanció pronto de la anterior gestión y rompió puentes con su antecesor, que hoy vive en Bélgica y se encuentra inmerso en una decena de procedimientos judiciales. Moreno, que ha defendido siempre su fidelidad a unos principios progresistas, emprendió algunos virajes también en materia de política económica. Ante la escalada de las protestas declaró el estado de excepción, optó por trasladar la sede del Gobierno de Quito a Guayaquil y el lunes acusó precisamente a Correa y a su entorno de intentar derrocarlo dirigiendo las protestas, encabezadas por las comunidades indígenas. «Ellos son quienes están detrás de este intento de golpe de Estado y están usando e instrumentalizando a algunos sectores indígenas; aprovechando su movilización para saquear y destruir a su paso”, afirmó, arropado por la cúpula de las fuerzas armadas, en una comparecencia retransmitida por televisión.

Los manifestantes indígenas:

Los pueblos indígenas de Ecuador son especialmente reivindicativos y, en ocasiones, beligerantes con el Gobierno. No importa quién esté al frente. Eso ocurre también en la vecina Colombia, donde hace meses una oleada de protestas puso en jaque al Ejecutivo de Iván Duque. Y ocurrió, en algunos territorios, con Correa. La semana pasada se sumaron a las protestas iniciadas por el gremio de transportistas ante el alza del precio de la gasolina y dos grupos retuvieron a medio centenar de militares en la provincia andina de Chimborazo. La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) también decretó un estado de excepción en respuesta a la que calificó como «brutalidad y falta de conciencia de la fuerza pública». Consideran que las medidas adoptadas «afectan al conjunto de la sociedad ecuatoriana y deterioran las condiciones de vida y existencia de los sectores populares más vulnerables del país». «Militares y policías que se acerquen a nuestros territorios serán retenidos y sometidos a justicia indígena», advirtieron. Este martes, tras marchar desde distintos puntos del país, llegaron a la capital y encabezaron el intento de ocupar la Asamblea Nacional. Buscan redoblar el pulso con un paro nacional convocado para este miércoles.

Rafael Correa:

El expresidente, que gobernó Ecuador durante una década, lleva meses liderando una cerrada oposición a Moreno desde Bélgica. Aún habla con dejes de mandatario y aún cuenta con varios grupos de apoyo y simpatizantes en el país. Se considera una víctima de la justicia y cree que la conmoción social generada por estas protestas justifica un adelanto electoral. El político jalea las manifestaciones en contra del actual Ejecutivo, pero niega estar al frente de ellas. Respondió a las graves acusaciones de Moreno con otro ataque: «Ahora nos llaman golpistas cuando los que destrozaron la Constitución y la democracia fueron siempre ellos, cuando hemos tenido dos años de la peor persecución política». Aunque su implicación directa esté por demostrar, en el trasfondo de esta crisis resulta decisiva la disputa entre ambos.

El FMI:

El Fondo Monetario Internacional, que había sido el peor fantasma del anterior Gobierno, aplaudió la semana pasada las medidas adoptadas por Lenín Moreno. «Las reformas anunciadas ayer por el presidente Lenin Moreno tienen como objetivo mejorar la resiliencia y la sostenibilidad de la economía ecuatoriana y fomentar un crecimiento sólido e inclusivo. El anuncio incluyó decisiones importantes para proteger a los pobres y más vulnerables, así como para generar empleo en una economía más competitiva», señaló el organismo en un comunicado. El presidente recompuso las relaciones con el fondo y el pasado mes de febrero acordó un rescate de 4.200 millones de dólares a cambio de impulsar nuevas reformas estructurales.

El factor Venezuela:

Moreno vinculó la crisis también a Venezuela, que atraviesa por una emergencia económica, social y política sin precedentes. El Gobierno de Nicolás Maduro se ha convertido para varios gobernantes de la región en el culpable de sus vendavales internos. En definitiva, acusan al régimen chavista de un intento de desestabilizar. «¿Acaso creen ustedes que es coincidencia que Correa, Virgilio Hernández, Patiño o Pabón hayan viajado al mismo tiempo hace pocas semanas a Venezuela? ¿El sátrapa de Maduro ha activado junto con Correa su plan de desestabilización?», se preguntó Moreno. Maduro le contestó este martes, negando una injerencia pero celebrando las protestas: «El Fondo Monetario Internacional quiere imponer en América Latina su modelo excluyente, oligárquico que beneficia al capital y deja de lado a los pueblos. Por eso el pueblo de Ecuador está en las calles».

Fuente: EL PAÍS.

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